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New York City

NEW YORK CITY

I

How do you spell change
like frayed slogan underwear
with an emptied can of yesterday's meanings
with yesterday's names?
What does the we-bird see with
who has lost its I's?

There is nothing beautiful left in the streets of this city.
I have come to believe in death and renewal by fire.
Past questioning the necessities of blood
why it must be mine or my children's time
that will see this grim city quake     to be reborn     perhaps
blackened again     but this time with a sense of purpose;
tired of the past tense forever     of assertion
and repetition     of ego-trips through an incomplete self
where two years ago proud rang for promise but now
it is time for fruit and all the agonies are barren
only the children are growing:

How else can the self become whole
save by making self into its own new religion?
Yet I am bound like an old lover     a true believer
to this city's death by accretion and slow ritual
and I submit to its penance for a trial
as new steel is tried
I submit my children also to its agonies
and they are not even the city's past lovers.

But I submit them
to the harshness     the growing cold
to the brutalizations     which if survived
will teach them strength     or an understanding
of how strength is gotten     and will not be forgotten:
It will be their city then:

I submit them
loving them above all others save myself
to the fire     to the rage     to the ritual sacrifications
to be tried as new steel is tried;
and in its wasting     this city shall try them
as the blood-splash of a royal victim
tries the hand of the destroyer.

II

I hide behind tenements and subways
in fluorescent alleys     watching as flames
walk the streets of this empire's altar
rage through the veins of this sacrificial stenchpot
smeared on the east shore of a continent's insanity
conceived in the psychic twilight
of murderers and pilgrims     rank with money
and nightmare     and too many useless people
who will not move over     nor die
who cannot bend     even before the winds
of their own preservation     even under the weight
of their own hates
Who cannot amend nor conceive
nor even learn to share     their own visions
who bomb children into mortar in churches
work plastic offal     and metal     and the flesh of their enemies
into subway rush-hour temples
where obscene priests
finger and worship each other in secret.

They think they are praying when they squat
to shit money-pebbles     shaped like their parents' brains—
who exist     to go into dust     to exist again
grosser     and more swollen
and without ever relinquishing     space
or breath     or energy     from their private hoard.

I do not need     to make war nor peace
with these prancing and murderous deacons
who refuse to recognize their role
in this covenant we live upon
and so have come to fear     and despise
even their own children;
but I condemn myself
and my loves     past and present
and the blessed enthusiasms of all my children
to this city     without reason or future
without hope     to be tried
as the new steel is tried
before trusted to slaughter.

I walk down the withering limbs
of New York     my last discarded house
and there is nothing worth salvage left in this city
but faint reedy voices     like echoes
of once beautiful children.

Audre Lorde, 1971

*
CIUDAD DE NUEVA YORK

I

¿Cómo se deletrea el cambio
como unas bragas con eslogan raídas
con una lata de significados de ayer vacía
con nombres de ayer?
¿Con qué ve el pájaro-nosotros
quién ha perdido sus yoes?

No queda nada hermoso en las calles de esta ciudad.
Hoy creo en la muerte y la renovación por fuego.
Tras cuestionar las necesidades de la sangre
por qué ha de ser mi tiempo o el de mis hijos
el que vea esta lúgubre ciudad hundirse     para renacer     quizá
de nuevo ennegrecida     pero esta vez con sentido del propósito;
cansada del tiempo pasado     de la afirmación
y la repetición     de regodeos del ego en un yo incompleto
donde hace dos años resonaba orgullosa la promesa pero ahora
es momento del fruto y las agonías son estériles
sólo los niños están creciendo:

¿Cómo puede completarse hoy el yo
si no es haciendo de sí su nueva propia religión?
Atada estoy cual vieja amante     fiel creyente
a la muerte de esta ciudad por adición y ritual
y a la prueba de su penitencia me someto
mientras el nuevo acero se prueba
someto a mis hijos también a su agonía
y ni siquiera son ellos amantes de la ciudad.

Pero los someto
a la hostilidad     al frío creciente
a las brutalidades     los cuales superados
les enseñarán fuerza     o a entender
cómo se gana la fuerza     y nunca los olvidarán:
La ciudad será entonces suya:

Los someto
queriéndolos más que nadie salvo a mí misma
al fuego     a la rabia     a los sacrificios rituales
a ser probados como el nuevo acero;
y en su decadencia     esta ciudad los probará
como las salpicaduras de sangre de una víctima real
prueban la mano del destructor.

II

Me escondo tras bloques y metropolitanos
en callejones fluorescentes     mirando las llamas
recorrer las calles del altar de este imperio
propagarse por las venas de esta maría sacrificial
corridas sobre la costa este de la demencia de un continente
concebidas en el crepúsculo psíquico
de asesinos y peregrinos     colmadas de dinero
y pesadilla     y demasiada gente inútil
que no piensa hacerse a un lado     ni morirse
que no sabe inclinarse     ni siquiera ante los vientos
de su propia preservación     ni siquiera bajo el peso
de sus propios odios
Que no sabe corregir ni concebir
ni aprender a compartir     sus propias visiones
que bombardea a niñas con morteros en iglesias
hace vísceras de plástico     y metal     y la carne de sus enemigos
en templos de hora puta subterráneos
donde obscenos sacerdotes
se tocan y adoran unos a otros en secreto.

Creen que están rezando cuando se agachan
para cagar dinero     con la forma del cerebro de sus padres—
que existen     para hacerse polvo     para existir de nuevo
más groseros     y más hinchados
y sin ceder una pizca     de espacio
o aliento     o energía     de sus reservas privadas.

No necesito hacer     la guerra ni la paz
con estos diáconos saltarines y asesinos
que se niegan a reconocer su papel
en este pacto según el cual vivimos
y han acabado temiendo     y despreciando
hasta a sus propios hijos;
mas me condeno a mí misma
y a mis amores     pasados y presentes
y los benditos entusiasmos de todos mis hijos
a esta ciudad     sin motivo ni futuro
sin esperanza     que probar
como se prueba el nuevo acero
antes de confiarse a la matanza.

Camino por los miembros marchitos
de Nueva York     mi última casa desechada
y ya no queda nada que merezca la pena salvar
salvo distantes voces aflautadas     cual ecos
de niños antaño hermosos.


traducción de Torres Ruiz