To Addie Mae Collins, 8, and Cynthia Wesley, 10, two of four children killed in a racial bombing of a Baptist church in Birmingham, Alabama, Sunday, September 16, 1963.
He is forever trapped
who suffers his own waste.
Rain leaching the earth for lack
of roots to hold it
and children who are murdered
before their lives begin.
Who pays his crops to the sun
when his fields lie parched by drought
will mourn the lost water
waiting another rain.
But who shall disinter these girls
to love the women they were to become
or read the legends written beneath their skin?
We who love them remember their child's laughter.
But he whose hate robs him of their gold
has yet to weep at night above their graves.
A year rolls out. Rains come again.
But however many girls be brought to sun
someday a man will thirst for sleep
in a southern night
seeking his peace where no peace is
and come to mourn these children
given to the dust.
A Addie Mae Collins, de 8 años, y Cynthia Wesley, de 10 años, dos de las cuatro niñas asesinadas en el atentado racista de una iglesia Bautista en Birmingham, Alabama, un domingo 16 de septiembre de 1963.
Atrapado para siempre
queda quien sufre la propia pérdida.
Lluvia lixiviando la tierra a falta
de raíces que la absorban
y niñas que son asesinadas
Rain leaching the earth for lack
of roots to hold it
and children who are murdered
before their lives begin.
Who pays his crops to the sun
when his fields lie parched by drought
will mourn the lost water
waiting another rain.
But who shall disinter these girls
to love the women they were to become
or read the legends written beneath their skin?
We who love them remember their child's laughter.
But he whose hate robs him of their gold
has yet to weep at night above their graves.
A year rolls out. Rains come again.
But however many girls be brought to sun
someday a man will thirst for sleep
in a southern night
seeking his peace where no peace is
and come to mourn these children
given to the dust.
Audre Lorde, 1964
*
SUFREN LOS NIÑOSA Addie Mae Collins, de 8 años, y Cynthia Wesley, de 10 años, dos de las cuatro niñas asesinadas en el atentado racista de una iglesia Bautista en Birmingham, Alabama, un domingo 16 de septiembre de 1963.
Atrapado para siempre
queda quien sufre la propia pérdida.
Lluvia lixiviando la tierra a falta
de raíces que la absorban
y niñas que son asesinadas
antes de que sus vidas comiencen.
Quien rinde sus cosechas al sol
cuando sus campos yacen agostados
llorará el agua perdida
esperando otra lluvia.
¿Pero quién exhumará a estas niñas
para amar a las mujeres que iban a ser
o leerá las leyendas escritas bajo su piel?
Quienes las amamos recordamos sus risas de niña.
Pero aquel cuyo odio lo priva de tal oro
ha de llorar de noche sobre sus tumbas.
Pasa un año. Las lluvias vuelven.
Pero por muchas niñas que traiga el sol
un día un hombre anhelará dormir
en una noche sureña
buscando su paz donde no hay paz
y acudirá a llorar a estas niñas
entregadas al polvo.
Quien rinde sus cosechas al sol
cuando sus campos yacen agostados
llorará el agua perdida
esperando otra lluvia.
¿Pero quién exhumará a estas niñas
para amar a las mujeres que iban a ser
o leerá las leyendas escritas bajo su piel?
Quienes las amamos recordamos sus risas de niña.
Pero aquel cuyo odio lo priva de tal oro
ha de llorar de noche sobre sus tumbas.
Pasa un año. Las lluvias vuelven.
Pero por muchas niñas que traiga el sol
un día un hombre anhelará dormir
en una noche sureña
buscando su paz donde no hay paz
y acudirá a llorar a estas niñas
entregadas al polvo.
traducción de Torres Ruiz